sobre un suelo
gris
de asfalto
cansado de latir
desesperanzas.
Un septiembre rojo
empaña toda lágrima
que vuela
al viento
y se hace carne de súplicas.
Una y otra vez empujamos
nuestros cuerpos,
cansados de tanta metrópolis encima,
buscando llegar
cinco
minutos
antes
para poder idiotizarnos
frente a la pantalla.
Queremos comer asados
(Todos los putos días, anhelamos ser diferentes)
olvidándonos de todo aquel que se deja sentir.
Llega la noche y los miedos...
Miramos el techo,
al lado de una persona que no sabemos amar.
Otra vez
vuelven los recuerdos de infancia
y añoramos en silencio
la juventud que perdimos hace tiempo.
Sentimos que todo se desmorona en nosotros.
Deseamos, antes de cerrar los ojos
no despertar jamás y
al fin llegar al cielo que tanto ansiamos.
Teodoro Duarte.