martes, 8 de noviembre de 2011

Poema a mi asesino. Un suicida

Un hombre me apunta
con su revolver,
temblando de excitación,
haciéndose responsable
del universo de mi ser.

Un hombre manipula un arma,
cegando su respirar
colmado de euforia,
mientras amenaza a insultos
creyendo que mis lágrimas
son de temor,
sin saber de mí
y mi azarosa existencia,
de su dicha
al sentirse supremo
por jugar con mi magra trascendencia.

Mas si fuera atravesado por esta bala
certera, y sucumbiera ante su encanto,
dejaré el aire infestado
por un grito horrible
que se propagará
dejando rastro de mi clamor;
dando significado a todo aquello
que me mantuvo en la nada
donde me habitué
y me hice carne del vacío
cual pérdida, cual desaparición,
como si todo fuera, indudablemente,
a desaparecer cuando dejemos de sentirlo.

Recordándonos solo al despertar
y siendo parte del mismo agujero que habita mi humanidad
al verme tan próximo a mi muerte.


domingo, 6 de noviembre de 2011

La vaga idea de la existencia pasatista (Corregido)

Me siento un tanto enfermo, y apático hacia estas sensaciones. Tengo congestionado mi pecho, necesito poder respirar. El humo de mi cigarrillo cae pesado, haciendo que el aire se torne más denso.
Tengo el control del mundo en mis manos, miro por una ventana. Veo hacia la calle, mi cabeza inclinada llena de gotas de transpiración ocasionadas por la fiebre, veo como la vida transcurre como un círculo ovoide y sin uniones. Las gotas otorgan el frío que necesita mi cuello. La gente en las veredas se está acarreando a empujones. Se comportan como bestias, e inclusive, como una especie de animal solitario que necesita apurarse para que su presa no termine de pudrirse ante el sol de un cielo africano en el medio de la nada.
Las calles se colorean en un naranja propuesto por el sol cerca del asfalto, otorga a mi visión una llama amarilla sobre las pupilas inherentes, que se posan sobre mis ojos cansados de aniquilarse desde adentro.
Los transeúntes se me hacen muñecos que circulan con un vaivén frenético, entre zigzag, que experimentan para no pasarse por encima.
Siempre me pregunto por qué no conoceré la cara de la persona que me trae la comida, puedo ver su silueta pero su cara me es ajena. Camina hacia mí, como si me mirara, pero no la veo. Incluso intento tocarla, sé que es ella, su silueta lo demuestra, pero nunca he podido. Desde que estoy acá lo único que hago es experimentar un hermetismo unipersonal, no me deja vivir. Las puertas, están abiertas, yo lo sé, pero mi cuerpo pertenece aquí. No puedo saltar por la ventana, no existe más que el vacío bajo ella. No quiero que el sol llegue a mí sin pasar por estos cristales, lo neutralizan para que no pueda quemarme.

Reconsidero que es más fácil vivir sin amor que morir sin pena. Esta pieza de cemento tiene todo lo que yo necesito, mi alma es prisionera ante la belleza de una mujer. Se instalo allí desde el día en que pude dar con su humanidad, creo que nunca podré mirar al sol sin percibir su presencia.
Necesito conocer a la persona que amo, no puedo salir ni ella entrar… ¿Como haré? Es tan oscuro el placard cuando uno lo mira desde adentro. Incluso si saliera, cómo podré comunicarme con ella. No recuerdo si alguna vez me comuniqué con alguien.

Yo se que si salgo de esta habitación, el mundo que yo considero, va a desaparecer. Todo depende de mí, tengo que seguir observando para que ella no desaparezca y las cosas sigan su rumbo. No puedo dejarme vencer por un sentimiento tan primitivo como es el amor. No tengo que dejarme vencer por nada. Necesito que este mundo siga con vida y ellos dependen de mí, ella depende de mí…