domingo, 28 de noviembre de 2010

Sensibilidad en pequeñas letras que forman oraciones

Mordiendo mis erres intento escribir tus letras, llenas de oscilaciones y desmesuras, que buscan atraerte de una forma carnal hacia la razón que me conmueve en versos. Y esa es la razón del alma que intenta acercarse a la tuya en un beso sin categoría.

El significado, preservado en mi piel, tus pasos aquel día en que el sol irradiaba a granel y nuestros cuerpos dilatados de tanto sudor. Las miradas no se cruzaron ni una milésima y yo, quebrajado por amores ambiguos y apariciones adversas, bailo sobre la fragancia de tu ropa. Rompiéndome a destellos sobre aquellos pechos que reflejan la gloria.

Tu mirada viaja y yo la sigo sin mesura, entregando aquellos rostros que alguna vez fui.

Reflejos azules transcurren en vertiginosos pasajes de oraciones sensibilizadas por el desasosiego de un observador inamovible del ocaso taciturno que representa el andar de dicha embestidura. Qué linda te queda tu pollera con flores, mientras te abrís paso sobre el camino que dibujan mis ojos, él cual recorres con el esplendor de la mañana.

Entierro mi ser en las profundidades de tu sonrisa, claro de luna oscuro de antaño muerto en lustrosos alfeñiques blanco marfil de ocurrencias verticales sobre escenarios plagados de poesías y rimas vivas. Detrás de la oscuridad se encuentra el estruendo de tus gemidos, los cuales quiero descubrir entre mis brazos.

Aunque recaiga una y otra vez en tu humanidad, no podré descubrir cuanta realidad hay en mi verdad y dejarme ser en cada minúsculo sentir de tu respiración abstracta regeneración del inconsciente. Colores haciéndose carne y vos esplendida en medio de un andar de personas grises. Rostros que pasan cerca de tu inmenso ser, y me son tan insignificantes.

Son letras las que te otorgo, más que eso no puedo hacer, y vos tan ambigua al respecto. Estás lejos de entender que es lo que te estoy diciendo, pero estás cada vez más cerca de hacer lo que deseo.


Teodoro Duarte

martes, 23 de noviembre de 2010

Flores de cerezo imaginarias.

Soñé que te vería
más libre que de costumbre.

Soñé encontrarme con tu sueño.

Soñando tus sueños,
inquietos recuerdos
del caos futuro inexistente,
dejo que te apoderes
de las sensaciones
que transitan por mis extremidades.

Dejame caer en el anaquel
de tus nostalgias
y volverme carne
de aquellos sueños
quebrados por desilusiones
y convertirlos
en flores que tarden
cinco segundos en tocar la tierra
desde que dejen su rama...








Teodoro Duarte

jueves, 18 de noviembre de 2010

26


Besé tus labios
con vehemencia,
aún lo recuerdo.

Nuestras manos transpiradas.

Tenerte entre mis brazos
y sentirme tan tuyo
era mi cielo
y te hacía mi reina de los condenados.

Me gusta verte excitada
cuando te morís de ganas
de que desaparezca.
De no verme más.
Que el universo caiga sobre mi rostro
y destroce lo poco que me queda de humano.

Y ahora que muero,
y me ves hundirme en la tierra,
lloras como si el mundo
haya perdido sus quebraduras
y sea un gran hervidero de polvo
y sangre.
Y desamor.

Desastres por doquier.
Caos en tus labios
y en tu falda azul a lunares.

Ves como me matan,
sufrís y gozas,
de verme enterrándome en tus recuerdos.

Cuando terminen de matarme,
despertaré entonces
bajo un cielo rojo
donde el mar se hace estrellas
y las montañas se parecen a tus pechos...


Teodoro Duarte