martes, 8 de noviembre de 2011

Poema a mi asesino. Un suicida

Un hombre me apunta
con su revolver,
temblando de excitación,
haciéndose responsable
del universo de mi ser.

Un hombre manipula un arma,
cegando su respirar
colmado de euforia,
mientras amenaza a insultos
creyendo que mis lágrimas
son de temor,
sin saber de mí
y mi azarosa existencia,
de su dicha
al sentirse supremo
por jugar con mi magra trascendencia.

Mas si fuera atravesado por esta bala
certera, y sucumbiera ante su encanto,
dejaré el aire infestado
por un grito horrible
que se propagará
dejando rastro de mi clamor;
dando significado a todo aquello
que me mantuvo en la nada
donde me habitué
y me hice carne del vacío
cual pérdida, cual desaparición,
como si todo fuera, indudablemente,
a desaparecer cuando dejemos de sentirlo.

Recordándonos solo al despertar
y siendo parte del mismo agujero que habita mi humanidad
al verme tan próximo a mi muerte.


1 comentario:

Matias Berrondo dijo...

Un poema bien logrado, sin sobresaltos, que nos coloca en ese lugar donde un arma, ineludible, se cierne sobre nuestras cabezas.

Creo que la clave se encuentra en estas lineas, excelentemente colocadas:

"dando significado a todo aquello
que me mantuvo en la nada
donde me habitué
y me hice carne del vacío
cual pérdida, cual desaparición,
como si todo fuera, indudablemente,
a desaparecer cuando dejemos de sentirlo."

Me imagino que el paso de primera persona a tercera es un método para incluirse en la generalización. Como en el tango Uno, que estamos escuchando ahora, guachín.