viernes, 18 de diciembre de 2009

Helena



Proclamada
incauta,
intocable.


Corre en mí tiempo,
y se hace carne.

Viento que roza el aire,
verdades ocultas en años.


Y eso labios,
provocadores
tiernos,
impíos.
Puntos de fusión,
ocaso
y alba.

Ser
y tiempo.
Realidad
y ficción.


Insostenibles son mis letras,
cansadas ya.
Dilatadas de tanto ser,
juegan en tu eterno
atardecer de fulgor brillo-opaco…


Teodo Duarte.

martes, 15 de diciembre de 2009

Pasillos


- Fue sin querer.
- ¿Qué pasó?
- Me zarpé, lo sé, pero todavía tenemos tiempo de remediarlo,
juntos.
- ¿Qué cosa? ¿Qué hiciste?
- La maté.
- No me digas que...
- Vos sabías que en algún momento iba a pasar. No lo medité, entré en su casa como siempre. Los perros ladraban, yo seguí caminando despacio por el corredor, en el final se veía una sombra. Tomé un palo, creo (la excitación no me deja recordar), lo apoyé sobre mi espalda y empecé a caminar más lento. En un instante, estaba ahí. E
lla me daba la espalda, la llamé como siempre: “Pelada, estoy acá”. Se dió vuelta horrorizada, tuve mucho miedo de esa cara, y sentí que lo debía hacer. Le pegué con todas mis fuerzas, no sé que me llevó a eso, solo sé que estuvo tirada un buen rato desangrándose y yo, llorando a su lado. Creo que maté por amor.
- Lo admito, no me sorprende, supe lo que ibas a hacer. Tus
ojos me lo contaron aquella tarde cuando te cruce en la plaza de morón. Estabas demasiado feliz y el dialogo goteaba entre tus labios cerrados, tus pensamientos se escapaban como prisioneros de tu mente. Supe que lo tuyo iba más allá del amor, porque cuando la veías mirabas su alma, no su corazón. Esa noche me sentí triste y derrame lagrimas por los secretos que me susurraron, por el futuro; por tu futuro. Cuando el final estaba cerca tus pensamientos me contaron otra historia, y supe que ya no era razón, porque esta había huido de tu mente. Eras un animal y como tal obedeciste a tu instinto. ¿Cómo poder evitar lo que hiciste? ¿Cómo encerrarte? Hubiese sido tan triste como enjaular un pájaro...por eso te deje volar.
Él que pide perdón, soy yo

- Jamás dejaré que te humilles, amigo mío, los errores son solo míos, ella supo como domesticar mi palpitar, supo como encerrar a una persona dentro de sí misma, supo hacerme creer en ocres más claros que el día. Yo no te he hecho caso, y ahora me retracto y resigno toda mí vida para amarte y reconciliar mi alma con la tuya. No supe ver más allá de los deseos carnales, nunca antes me he sentido tan minúsculo. Quiero llorar una vez más en tu hombro, pero sé que no lo merezco, más ella nos ha separado y ahora la separé a ella de nosotros. Quisiera que fuera diferente, mis gustos pasionales acallaron mis pensamientos. Me regocija pensar que ella estuvo en mis brazos, pero ya no los siento parte de mí. Las jaulas, jamás podrán poseerme, ya lo dijiste, yo pertenezco al cielo. Mis alas quemadas, no son solo el reflejo de mi alma destruida. Brindemos amigo mío, el vino está frío y es hora de nuestra despedida.



Escrito por Lucas Ortiz y [Dabuki]