martes, 27 de abril de 2010

Cama de hormigas

"No hagas hoy lo que puedas dejar de hacer también mañana." Fernando Pessoa.



Solo vos me ves
en la noche caminando.
Sin sentido alguno.

Inerte despertar,
entre brazos de alcoba.
Durmiendo sobre hormigas,
lleno de goce y ocaso.

Tus pelos danzan en mi pecho,
lleno de magia y poesía.
Tengo algo que descubrir en tu ventana,
oscura y gris esencia. Descontrolada.

El cielo nos cautiva con su fervor,
las calles oscuras, los lagos fríos,
las montañas imponentes, los fuegos,
la vida, la muerte, la nada, el todo,
vos y yo, ellos y nosotros, nadie.
Solo nos conocemos, oscuridad precoz.

Derribame con tu presencia,
mordeme el alma con tu presente.
¿No te das cuenta? ¿El árbol?
¿La rosa? ¿El bosque?
¿Tus sabanas son azules?

Caigo en tu pecho, nuevamente.
Me siento la parte de atrás del tiempo.
Sentirte es olerte,
y olerte ya no es por gusto.

Clavame en tu pecho,
haceme mirar para arriba e ilumíname.
Que hoy soy eterno, mañana no sé.
Si pudiera ver más allá del cielo,
elegiría recostarme en tus ojos
y hacerme lejano…





Teodoro Duarte

lunes, 12 de abril de 2010

Despertar en penumbras

Estoy soltando una pena,
algo que está arañado en mi pecho,
dejarlo caer será imposible...
Intentemos desprenderlo.

Quiero que no madure,
más mi pecho ya no es fértil.
Dejaré que se desprenda,
haré todo lo poco que pueda para que esto termine...

Quiero dejar de corromperme,
volar y sulfatar el cielo.
Dejarme vencer
por una mano amiga,
abrazándola y amándola con mi carne.

Lograr que Trafalgar se acerque a mis orillas,
y echar a correr cuando el viento golpee nuestras mejillas.
El ocaso se convertirá en noche,
y el caos serán tus labios.

Y cuando me llene del néctar de tus sentimientos,
volar hacia el día, con mis alas de cera
como Ícaro, caeré y seré eterno.

Cuando piense que está todo acabado,
renaceré para ser luna,
sol y tierra,
verte parir años antes,
misceláneas extremidades recorren tus pelos
llenos de rastas,
y me siento abstracto. Claridad y tiempo.






Teodoro Duarte

viernes, 9 de abril de 2010

5 segundos

"El tiempo es una cierta parte de la eternidad" Cicerón



De vez en cuando he confundido las circunstancias con acontecimientos. Que inerte de sentimientos me siento ¿Qué intercepción o ruptura hace que estos dos hechos se distorsionen?

Justamente en el momento en que pasa todo en un abrir y cerrar de ojos, donde nace sin antelación y anticipación, donde todo transcurre en un devenir indefinido, en donde nosotros dejamos de contar las circunstancias, decayendo en la retórica idea de que los acontecimientos están pactados gracias a determinado rejunte de factores, y que llevan a que la acción principal se lleve a cabo.

Resulta triste y hasta inverosímil la idea de que pensar en que el destino deposita todo su manto sombrío sobre mi psiquis, y que juega a ser espectador de mis actos mas mediocres.

Es un absurdo verme situado en una parábola de tiempo en la que nuestras circunstancias se hayan unido en un acontecimiento conceptual; que el observador, únicamente, he sido yo.

Todavía una sensación extraña recorre mi cuerpo: espasmos, escalofríos, temblores, y quien sabe que otra cosa. Sumergido en estas hojas y escuchando Iggy Pop, no quiero levantar la mirada, lleno de temor y con el sentido en el cuerpo de otro ser, como un niño frente a una pistola.

Siempre concebí al amor como una construcción y no como un sentimiento, hoy siento que todo es una mentira, ideada para conllevar algo que nos pesa mas que una mochila; pienso que el amor es todo aquello que no puede tener fin y espera explotar, aunque mas de una vez, de tanta contracción, termina siendo tan inerte como una piedra en medio del agua.

Intento substraerme de pensar en lo sucedido y sigo viéndola, subiendo las escaleras, con su campera azul y su pollera negra, el pelo recogido y los ojos fríos y fijos hacia un punto referente a su destino.

La veo caminar firme, y ella no lo nota, en breves segundos se marcha de la escena, dejando una estela de sensaciones en el aire y mi pecho lleno de tantas circunstancias…



Teodoro Duarte