sábado, 23 de abril de 2011

Alguna vez

Perdiéndome vine a encontrar
aquel vacío que me llenaba de expectación
y me orillaba
en la ladera más alta
de mis recuerdos transeúntes.

Recorriendo las migajas del destino
inventé
más de una declaración
absurda
contra el universo, en el cual yo me poso
para poder expulsar
mi alma a la nada
misma.

Intrascendente es el paso del tiempo
sobre mis ojos, llenos de magia,
que viajan en el aire
y se hacen parte del tiempo,
quizás. Nadie puede explicar
lo que ahora fui desarrollando,

cada vez estoy más alejado
de los extremos y me siento
el artífice de los actos más macabros.

Sé que más de una vez volví a crear,
y a querer,
las mismas situaciones,
en las que me veo sumergido
solo por el placer de hacerme carne fértil

(objeto bendecido por el indecoroso sortilegio de la vida austera bajo la mano de un Dios que no hace más que observar sin que nosotros dejemos que viva).

Y aquello que alguna vez supuse
se pierde
en lamentaciones, y misterios,
que están ligadas a un acto inerte
y a todo aquello que nos hace sentir lejanos...

Teodoro Duarte

sábado, 16 de abril de 2011

Punto de infracción: El limbo


Yo sé que nunca tuviste alas.
También sé
no supiste morir,
dejando atrás toda la hipocresía.

El sol explota en la noche,
quizás mañana renacerá.
No sé si eso es lo que importa ahora.

Más de una vez
pudimos ver el espacio
y nos quedamos con sensaciones
irregulares e infinitas,
llenas de magia y espanto,
hoy es constante el resplandor de tus ojos.

Creo que alguna vez fuimos eternos.
Todo es parte de la misma duda sideral
y nosotros nos ahogamos con tan poco

¿No crees que el océano es demasiado extenso?
¿En dónde encontraste paz?

Sentimos el peso del vacío sobre nuestras cabezas,
aplastándonos y dejándonos sedientos de estrellas.
Hoyos negros trascurren entre nuestros ojos,
será cuestión de creer, ya no hay escapatoria,
y estamos tan cansados, se nota en nuestras caras.
Qué aburrida es tu idea de la vida,
con saltos y juegos,
creyendo que no existe nada más que eso.
Intentando escapar de la realidad,
ya no sos más que lo mismo de ayer.

Las luces se prenderán una vez más,
recibirás todo aquello que soñaste
y dejarás de ver las estrellas.

En ese momento, sabrás que no vuelas,
tus alas nunca existieron.
El impacto es cuestión de tiempo...

Teodoro Duarte

domingo, 10 de abril de 2011

The black man and the white cat

Escribe sentando
cada vez más al borde de su tiempo.
Mira su reloj cada cinco segundos,
sabe que no va a llegar a su entrega.

Ve a su gato negro orillarse,
mirando hacia el suelo,
en la punta de la mesa que lo sostiene.
Y piensa en aquella mujer.

Se levanta mientras observa.

En este momento siente
que es parte de la calle.

¡Ni un paso más!
Su corazón ya no resiste sus intentos
por buscar salidas.

Sabe que su tierra no cambia por la erosión,
y la de los demás le cae pesada.

Su mundo nunca fue una burbuja
y sigue sin tener forma plástica,
está orgulloso de que sea así.

Mira por doquier y recuerda a sus hijos,
ellos ya grandes, trabajadores y estudiantes,
cae una lágrima con sus recuerdos.
Está cansado de extrañarlos y no conocerlos.

El ruido del gato al caer es muy suave
y lo saca de su trance.
Es hora de terminar, recuerda.

Se sienta nuevamente,
mira a su alrededor y se encuentra solo,
ya todos se fueron. Enfurece.

Grita e insulta, quiere morir.

Arranca la piel de su rostro poco a poco,
desgarrándola.

Hoy no es tiempo de arrepentimientos,
para él, nada es vuelta atrás.

Es desterrado de su asiento por una energía
que nace en su interior y lo perturba.
Su gato salta por la ventana, él lo ve.

Sabe que están en un tercer piso,
sin pensarlo, intenta atrapar al felino
y salta tras él...

Teodoro Duarte