viernes, 10 de febrero de 2012

Pájaro de la soledad

El ocho de febrero de dos mil doce, Luis Alberto Spinetta dejó su forma física, pasando a la inmortalidad.



En la afluente cósmica
una crispación intergaláctica,
un estallo de amatistas se conjugó barroco
dejando el aire colmado de vidrios
y musas suicidas ahogándose, dejando ver sus corazones,
de huesos, cansados, cansados de este mundo.
Soledades creándose en la tarde oscura de madreselva
donde un ave se sumergió en el mar
haciéndolo arder de clamores y lágrimas.

Oculto, como bien preciado, el infinito lo adopta en su manto,
lo guarda del día que lo acoge en su llanto
y lo estimula eterno, dejando de lado la carnalidad de humano,
introduciendo su ser en la inmortalidad del hombre-arte
que lo regenera en voces que se hacen papel, y papel que se hace aire de canto
oxigenándolo hasta saber Almendra que se baña del viento sideral
hasta secarse con el sol que entra por la ventana que rompió mansa de belleza.

¿Será aquello que te vuelve eterno lo que te destruye en llantos?
¿Será la tinta que dejaste en nuestros oídos la que crispa mojada?
¿Será más bella la metáfora de tu partida cuando no te hayas ido viviendo en cada letra que escuchemos, en cada alusión figurativa, en cada voz ausente?

Serás la lluvia que lavará nuestros días, y el barro que decora nuestras calles asfaltadas...