domingo, 27 de junio de 2010

Ningún beso más

El Whisky hizo que
mis intestinos estén rugiendo.
Aunque sienta un dolor infernal,
me encuentro en el puto cielo
acariciando a todos esos culos
suaves y angelicales.

Volver no pasa por mis pensamientos,
aunque sé que debo hacerlo.

Las agujas de mi reloj
están paradas hace días
y no me importa.
El día y la noche me saben a nada,
y la nada sos vos. Y yo.


El sol irrumpe por las ventanas,
dando de lleno en mi cara,
y marca la hora de mi retorno.
Apoyo mis pies sobre el piso húmedo,
el bar se comprime a mi alrededor
y los pies pierden toda fuerza.
Siento estallar.

Me retuerzo en el piso
entre vómitos y alaridos
repito tu nombre.

Miro hacia los rincones,
colmados de vicios y vapores,
y no logro hallarte.


Pienso en vos, recuerdo
las noches de Miró
cuando caminábamos porque sí.
Los días colmados de Borges,
que anhelaban arte por doquier.

Todavía puedo ver las noches de Sade,
donde un simple abrazo o gesto
se transformaban en horas de placer.

Siento nostalgia,
se propaga en mí.

Es hora de retirarme, me pongo de pie.
Todos están atentos a mis movimientos.
Hoy voy a poder salir por la puerta…


Teodoro Duarte.