El significado, preservado en mi piel, tus pasos aquel día en que el sol irradiaba a granel y nuestros cuerpos dilatados de tanto sudor. Las miradas no se cruzaron ni una milésima y yo, quebrajado por amores ambiguos y apariciones adversas, bailo sobre la fragancia de tu ropa. Rompiéndome a destellos sobre aquellos pechos que reflejan la gloria.
Tu mirada viaja y yo la sigo sin mesura, entregando aquellos rostros que alguna vez fui.
Reflejos azules transcurren en vertiginosos pasajes de oraciones sensibilizadas por el desasosiego de un observador inamovible del ocaso taciturno que representa el andar de dicha embestidura. Qué linda te queda tu pollera con flores, mientras te abrís paso sobre el camino que dibujan mis ojos, él cual recorres con el esplendor de la mañana.
Entierro mi ser en las profundidades de tu sonrisa, claro de luna oscuro de antaño muerto en lustrosos alfeñiques blanco marfil de ocurrencias verticales sobre escenarios plagados de poesías y rimas vivas. Detrás de la oscuridad se encuentra el estruendo de tus gemidos, los cuales quiero descubrir entre mis brazos.
Aunque recaiga una y otra vez en tu humanidad, no podré descubrir cuanta realidad hay en mi verdad y dejarme ser en cada minúsculo sentir de tu respiración abstracta regeneración del inconsciente. Colores haciéndose carne y vos esplendida en medio de un andar de personas grises. Rostros que pasan cerca de tu inmenso ser, y me son tan insignificantes.
Son letras las que te otorgo, más que eso no puedo hacer, y vos tan ambigua al respecto. Estás lejos de entender que es lo que te estoy diciendo, pero estás cada vez más cerca de hacer lo que deseo.
Teodoro Duarte