que los pájaros devoren
nuestros cerebros.
Será aquella noche
tu último suspiro de vida
cuando gozabas de una triste lágrima
devenida en años de ilusiones arrancadas
por la sombra rosácea que te persigue.
Te cae el tiempo en la cara
inspirando cada oculto deseo de suicidio.
Buscando alimentar de la sonrisa ajena
instaurando todo lo que te hizo feliz
en una simple sonrisa vertical
que se derrite por un cuello gastado de mordiscos.
Las plumas te fueron extirpadas desde adentro
con el hálito cálido de la sangre endeble,
y mientras caías, rasgando el cielo
soñabas no sentir nada, para que no duela.
Doliendo desamores llegaste al suelo
anhelando ser amado un segundo
y poder sentirlo como propio...
Teodoro Duarte