Perdiéndome vine a encontrar 
aquel vacío que me llenaba de expectación 
y me orillaba 
en la ladera más alta 
de mis recuerdos transeúntes.
Recorriendo las migajas del destino 
inventé 
más de una declaración 
absurda 
contra el universo, en el cual yo me poso 
para poder expulsar 
mi alma a la nada 
misma.
Intrascendente es el paso del tiempo 
sobre mis ojos, llenos de magia, 
que viajan en el aire 
y se hacen parte del tiempo, 
quizás. Nadie puede explicar 
lo que ahora fui desarrollando, 
cada vez estoy más alejado 
de los extremos y me siento 
el artífice de los actos más macabros. 
Sé que más de una vez volví a crear, 
y a querer, 
las mismas situaciones, 
en las que me veo sumergido 
solo por el placer de hacerme carne fértil 
(objeto bendecido por el indecoroso sortilegio de la vida austera bajo la mano de un Dios que no hace más que observar sin que nosotros dejemos que viva).
Y aquello que alguna vez supuse 
se pierde 
en lamentaciones, y misterios, 
que están ligadas a un acto inerte 
y a todo aquello que nos hace sentir lejanos...
Teodoro Duarte
