Un payaso está asesinándome.
Me golpea con todas sus fuerzas,
y borra todas mis sonrisas.
Juega a ser artífice de mi destino
y no para de sonreír.
Se lleva de a poco mis sentimientos.
Me derrota,
ríe y llora.
Su pintura se derrite
sobre su rostro.
El color de mi sangre lastima su traje.
Lo veo como mi presente magro,
riéndose de mí
y olvidándome.
Caminando sobre sus torpes pies
enterrados en el barro,
que lo cubre desde que nació.
Y el mañana nunca llega.
Uno se golpea tantas veces
contra su sonrisa
que no recuerda cuando está muriendo.
Teodoro Duarte
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