No tengo nada para ofrecerte,
más que las alturas.
No es por alardear,
pero sé volar
por arriba del ocaso.
Es hora,
el sol ya cayó
y calló.
Nos dejó oír
como terminaba de amar
nuestra mañana.
Es hora,
todo muere
a nuestro alrededor
para renacer mañana
invicto.
Es hora,
ya dejamos
que nuestra desnudez
caiga encima
y nos haga tan fluctuosos
y nos haga tan fluctuosos
(Como solemos ser).
Es hora,
quiero todo de vos.
Quiero la guerra de tus labios,
el sol que emana de ellos
y no quema,
la lujuria de sentirte mía,
el suspiro eterno de tus ojos.
Es hora,
las puertas de la percepción
deben abrirse
y para que entre mi luz de día.
Hoy solo te pido eso,
un despertar
sin la exageración
de los otros días...
Teodoro Duarte.
2 comentarios:
Emprendimos el vuelo una madrugada fría con mi espalda sobre el cielo.
Un poema que empieza siendo fuerte y se va debilitando hacia las últimas líneas. Me gustaron y me causaron una hermosa sensación algunas imágenes en particular.
No me odies, sabés que te amo.
Saludos!
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