domingo, 10 de abril de 2011

The black man and the white cat

Escribe sentando
cada vez más al borde de su tiempo.
Mira su reloj cada cinco segundos,
sabe que no va a llegar a su entrega.

Ve a su gato negro orillarse,
mirando hacia el suelo,
en la punta de la mesa que lo sostiene.
Y piensa en aquella mujer.

Se levanta mientras observa.

En este momento siente
que es parte de la calle.

¡Ni un paso más!
Su corazón ya no resiste sus intentos
por buscar salidas.

Sabe que su tierra no cambia por la erosión,
y la de los demás le cae pesada.

Su mundo nunca fue una burbuja
y sigue sin tener forma plástica,
está orgulloso de que sea así.

Mira por doquier y recuerda a sus hijos,
ellos ya grandes, trabajadores y estudiantes,
cae una lágrima con sus recuerdos.
Está cansado de extrañarlos y no conocerlos.

El ruido del gato al caer es muy suave
y lo saca de su trance.
Es hora de terminar, recuerda.

Se sienta nuevamente,
mira a su alrededor y se encuentra solo,
ya todos se fueron. Enfurece.

Grita e insulta, quiere morir.

Arranca la piel de su rostro poco a poco,
desgarrándola.

Hoy no es tiempo de arrepentimientos,
para él, nada es vuelta atrás.

Es desterrado de su asiento por una energía
que nace en su interior y lo perturba.
Su gato salta por la ventana, él lo ve.

Sabe que están en un tercer piso,
sin pensarlo, intenta atrapar al felino
y salta tras él...

Teodoro Duarte



2 comentarios:

Matias B dijo...

Todo el puto mundo salta sin darse cuenta.

Mat.

Charlie dijo...

q lindos
suicidas animales :)



me pasaba por tu blog comiendo pepas :D

saludos
!