Sus manos vuelan
en fuego
en la noche llena de chispas,
que se poza sobre nuestros cabellos.
El aire se hace ceniza
en aguda sintonía
con el fervor de la tierra roja
en llamas revestida.
Y esa luz que ilumina nuestros rostros,
el arquetipo de nuestro sentir
fluctuando en el limbo.
Caen plumas naranja
sobre tus pies
y al tocarlos se vuelven polvo
del olvido.
Vemos su vuelo
rasgando el cielo eterno,
replegándose sobre nuestras cabezas
y su inmenso cuerpo
consumido de belleza.
La materia se hace parte de los sueños,
una estela prende fuego el aire...
Teodoro Duarte
1 comentario:
Es leerlo y ver ese paisaje en tonos rojizos,en el centro ellos que están renaciendo... muy lindo
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